He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

sábado, 28 de enero de 2017

Despedida

Bebe un poquito más de agua, que ya sabes que luego, por la noche, te da mucha sed. No, ya no queda nadie en la habitación. Hace rato que pedí a todos que salieran. Espera, que se te han caído unas migas en la sábana. Ya está. ¿Te recojo la cena o quieres comer un poquito más? Vale, no te preocupes, termina tranquila. No hay prisa, el enfermero volverá a pasar más tarde a recoger las bandejas que faltan. No corras. Te ayudo con eso, ¿no?, que al cortarlo me han quedado los trozos un poco grandes. Tranquila, va a ser fácil. Tus padres me dijeron que ellos no podían hacerlo. Hemos hablado mucho estas semanas, imagínate, y hace días que vimos claro que había llegado el momento. Hemos hablado tantas veces de que no querías llegar a verte así. Sí, van a estar tristes, claro. Todos vamos a estar tristes, pero no más de lo que estamos ahora. Bebe un poquito más de agua, anda, que te va a sentar bien. ¿Ya has terminado con la cena? Estupendo. No, no hagas fuerza con esa mano, que te vas a hacer daño. Yo lo recojo. Así. Perfecto. ¿Tienes bien la almohada? Un momento, que te la subo más. Ya está. Dame la mano, anda. Voy a bajar un poquito la luz y ya verás como enseguida te duermes. Tranquila, voy a estar aquí contigo todo el rato. Hasta que te duermas. Y cuando te quedes dormida aún me quedaré aquí, ¿vale? ¿Estás cómoda? Venga, descansa tranquila...

La Cabrera, enero de 2017.

Licencia Creative Commons
Despedida por Román J. Navarro Carrasco se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

***

Este texto breve lo hice a principios de este año para presentarlo a uno de los ejercicios que nos ha propuesto Ángel Zapata en el curso que estoy haciendo con él en la Escuela de Escritores.

Creo que me quedó corto, no me convence del todo, le falta darle un par de pensadas para que se entienda bien lo que quiero contar y dejarlo redondo, pero quise llevarlo a clase de todas formas. Por lo mismo que hoy me apetece colgarlo aquí, casi sin retocar.

Después de leerlo en clase Ángel me preguntó que qué me interesaba de este tema. Expliqué que quería escribir algo sobre la muerte y sobre acompañar y ayudar a alguien a bien morir. Y que me había salido un párrafo, quizá algo escaso, con el que me había quedado con ganas de más, pero que me interesaba mucho el tema y saber qué críticas podía recibir...

Me respondió que la muerte real no es un tema literario.

Ángel es un tipo con el culo pelao de hacer cursos y talleres de escritura y que cuando habla no da puntás sin hilo, así que aunque algunos de sus comentarios y críticas te pueden dejar un poco torcido, merece la pena darles una vuelta, o más de una, porque suelen tener mucha tela detrás.
Al decir ésto de que la muerte no es un tema literario enseguida algunxs preguntamos que cómo es eso de que la muerte no es un tema literario, que qué pasa entonces con Crónica de una muerte anunciada ó Cinco horas con Mario o las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique o tantas otras obras en las que se trata la muerte.
Y nos respondió que lo que no es un tema literario es la muerte real, el hecho en sí de morirte, de estar vivo y dejar de estarlo. Que sobre eso no quiere leer nada nadie. Que no tiene ningún interés. Que ahí no hay nada que contar: uno está, se muere, y deja de estar. Y ya. No hay más historia. No hay cuento.

Pero que lo que sí es literario es hablar de la despedida, de la memoria, de la simbología de la muerte, de lo que ocurre con quienes se quedan o con quien se va, de las repercusiones de que alguien muera, etc., etc., etc.

Y claro, ahí sí que están esas obras que recordábamos y tantas más en las que hay muertes y se trata todo lo que ocurre alrededor de esas muertes.

Y claro, ahí sí que mi textito se queda fuera. Yo hablo en ese párrafo sólo de alguien que se muere y alguien que le acompaña. No hay más. He vuelto a leerlo. No estoy seguro de cuánto me gusta ahora, unas semanas después de escribirlo y leerlo. He entendido la critica que me hacía Ángel y me parece que es muy pertinente al texto que llevé. Pero también he pensado que hay veces que uno escribe algo no necesariamente para hacer literatura o para que alguien le lea, sino para pensar y pensarte. Y creo que eso es lo que yo hice con este texto: es una especie de reflexión en voz alta, una pensada sobre cómo morir, y el 'fallo' fue llevarlo a clase como si fuera un cuento...

A pesar de todo, puse una energía en este parrafito que me parece que mereció la pena. Y por eso me apetece compartirlo hoy aquí.


Y porque hoy es también un buen día para mí para pensar en la muerte de personas queridas y en cómo me gustaría acompañarlas o que me acompañen cuando me toque...

***

Por cierto, ayer vi Truman.

1 comentario:

  1. Me han parececido estas lineas tan plásticas como estar viendo un corto de cine. He llegado a estar contemplando la escena. Tambien creo que el simplificar el tema hace q lo veamos como la cruda realidad q se esta viviendo, sin más rodeos. Me ha llegado al alma.

    ResponderEliminar