He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

martes, 2 de agosto de 2016

Vuelta a casa

Es tardísimo. Al final hemos vuelto a acabar más tarde de lo habitual. Parecía que la reunión de hoy estaba siendo tontorrona, pero se ha puesto interesante cuando Juan ha sacado el tema del maltrato en el colegio de su hija. ¡Qué frío hace, joder! Incluso cuando las reuniones nos salen un poco sosas me merece la pena venir una vez al mes a Madrid a ver un rato a esta gente. Me sientan bien. Me ponen las pilas. Gente interesante que me ayuda a hacer un poco de gimnasia mental y a mirar las cosas con perspectiva. Lo malo es la perecita de venir desde la sierra hasta aquí para estar sólo un par de horas en la ciudad y volver a subir a las tantas. He hecho bien en volver andando desde Tribunal hasta donde tengo el coche. Seguro que a estas horas hubiera tardado más en metro entre las esperas y el transbordo. Además prefiero no gastar lo que me queda del abono que tengo, que está ya un poco tieso y el miércoles lo necesitaré otra vez cuando vuelva al taller de escritura. Y ahora estos descerebrados dando voces en Sol. ¿Ha habido hoy algún partido de fútbol? Parece que con el paseíto voy entrando en calor. Desde aquí ya es cuesta abajo hasta Lavapiés. La una menos cuarto. Hoy hubiera estado bien quedarme a dormir con Irene. Pero no le he dicho nada y no me gusta lo de aparecer por sorpresa en su casa. Y menos a estas horas. Ahí está el coche, por fin. ¡Anda que no tiene mierda! Pero bueno, ahora no estoy para pensar en limpiarlo. Entre la jodida correa esa que tengo que cambiarle, el aceite, la cerradura rota, las ruedas nuevas, el impuesto del ayuntamiento que tengo pendiente y el seguro que debe estar a punto de llegar, voy a necesitar más de mil euros sólo para el puto coche. Menos mal que al menos me lleva y me trae. Bastante hace con lo viejito que está. Como se me rompa del todo sí que la cago, que en la sierra sin coche no eres nadie. Bueno, cochecito, ahora pórtate bien y llévame a casa, ¿vale? ¡Venga, ánimo! ¡Vaya rasca! Hala, vámonos. Pues no es flamenco lo que más me apetece escuchar ahora, la verdad. Y en Radio Nacional estos petardos hablando de los pactos. ¡Qué ascazo! Podían irse todos un poquito a la mierda y dejarnos en paz. Con M-80 y Kiss FM ni lo intento a estas horas, que estarán en pleno horario de música somnífera. Voy a dejar Radio Clásica, que en un rato cambiará de programa y a lo mejor me ponen algo más acorde al ánimo que llevo. ¡El túnel de Atocha cortado! ¡Genial! A ver por dónde me mandan ahora. Bueno, parece que todos se meten por el carril bus y siguen de frente hacia Ciudad de Barcelona. Menos mal, porque si me llegan a hacer bajar por Santa María de la Cabeza echo otros veinte minutos. Ni dios en la M30. ¡Mola! A casa. ¡Joder, qué gusto, y ahora me ponen a Bach para el camino! ¿Qué más puedo pedir? ¡Qué agobio lo que ha contado Juan del cabrón ese de la clase de su hija haciendo que se pelearan los dos chavales discapacitados y el resto del grupo jaleándoles! Andamos jodidos si la gente de quince años es capaz de ser tan cruel. Casi más heavy lo del público coreando a esos dos pobres pegándose que lo del cabrón que organiza toda la movida. Y el director, ¡menudo sin sangre! Llama a los padres porque hay amenaza de denuncia. Si no, mejor todo el mundo calladito, nada de movernos no vaya a ser que pase algo y nos metamos en problemas. Un tuercebotas. Lucía me contó algo parecido hace unos días del cole de Sonia. Vaya tela. Los niños puteándose entre ellos en el patio y en las clases. Tienen de quien aprender, eso es cierto. Los adultos andamos a hostias, así que es normal que si ése es el referente que tienen, ése sea el modelo que siguen. La cosa es cómo atajarlo lo antes posible para que no lo reproduzcan cuando lleguen a adultos. Este programa lo han hecho para mi. ¡Qué gusto! Ahora las variaciones Goldberg. Estoy por quedarme en el coche a dormir cuando llegue a casa para no perderme nada de lo que pongan luego. ¡Qué idiota! Pues anda que iba a estar bien abrigadito en el coche. Me iban a abrigar bien Goldberg y Bach y Glenn Gould y su puta madre. A ver si no encuentro hielo cuando esté llegando al pueblo, que hoy tiene pinta de que va a caer una helada de las de nota. ¿Cómo no van a ser cabrones los niños si nos ven a los mayores jodiéndonos la vida unos a otros? Como los sobrinos de Iván, que desde que se separaron sus padres, como se están matando vivos entre ellos, pues los críos también se han metido en esa guerra. La pequeña castigando a la madre, el mayor jodido y más solo que la una, y los padres en la parra, que no se enteran ni de por dónde les da el aire, cada uno a su rollo. Y ahora no saben cómo ganarse a sus hijos y la están cagando todos pero bien. A ver por dónde sale todo eso. ¡Qué maravilla cómo se ve la sierra con la luz de la luna! Dentro de unos días debe ser ya llena. Quizá el viernes o el sábado. Vaya cielo despejado que hay hoy. ¡Qué gusto! Aunque no queda mucha nieve. Hay más por la parte de arriba, por donde estuve el otro día pateando con Irene. Aunque no quede mucha mola ver desde aquí con esta luz las manchas blanquecinas por la cresta de la sierra. Bueno, ya estoy aquí. ¡Qué ganas de pillar la cama! ¡Me cago en la leche! ¡Otra vez ha dejado el cerrojo echado esta petarda! ¡Hasta el culo estoy de compartir casa! A ver cómo consigo que se despierte esta insustancial que duerme como un cesto. Definitivamente no hace tiempo de quedarme a dormir en el coche. Ni con Bach acompañándome ni con la madre que lo parió. Pues nada, a ver cuándo se digna a despertarse. Ya está, menos mal, acabo de oír la puerta de su habitación. Sí, claro que soy yo. Quién va a venir a estas horas y a llamar así durante tanto rato. Pues hala, casi tres cuartitos de hora ricos, ricos que me he pasado al raso esperando a que me abriera la bella durmiente. A ver si me salen las cuentas y en verano me piro. Qué ganas de vivir solo otra vez y de hacer lo que me dé la gana sin tener que estar pendiente de nadie. ¡Qué sueño! Al entrar en casa se me ha venido encima todo el cansancio de golpe. ¡Vaya día largo! Dientes y a la cama. Me gustaría leer un ratito pero estoy hecho un escombro. ¿A qué hora pongo el desper? He quedado con Teresa temprano para lo de la biblioteca y el club de lectura y antes me tiene que dar tiempo a preparar lo del taller. ¿Seis y media...? Ufff....

Madrid, marzo de 2016.

Licencia Creative Commons
Vuelta a casa por Román J. Navarro Carrasco se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

El resultado de otro de los ejercicios que nos encargaron en el taller de escritura creativa que hice a principios de este año en la Escuela de Escritores de Madrid. En esta ocasión nos pedían usar la técnica del monólogo interior.
Lo que cuento en el relato es una mezcla de realidad y ficción... aunque, a pesar de haber cambiado nombres, lugares y hechos, el porcentaje de la primera es bastante mayor que el de la segunda...
;o)

No hay comentarios:

Publicar un comentario