He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

martes, 5 de julio de 2016

gente que lee (97)

La lectora de novelas, óleo pintado en 1853 por Antoine Wiertz [1806-1865].

El pintor belga Antoine Wiertz, que con frecuencia transgredía los límites del buen gusto y era famoso por sus bufonadas, pintó en 1853 un cuadro que muestra a una mujer joven tumbada completamente desnuda en una cama y leyendo una novela que sostiene en alto con la mano izquierda. Mientras el gran espejo de la pared a la derecha de la cama permite verle el sexo, que de lo contrario permanecería oculto al observador dado que la mujer tiene las piernas dobladas, agazapado a la izquierda de la cama un demonio del que sólo se ven la mano y la mitad del rostro con el cuerno de rigor deja continuamente novelas en la sábana, satisfaciendo así sin cesar las ganas de leer de la al parecer insaciable mujer.

Del libro Mujeres y libros [2013] de Stefan Bollmann [1958- ].

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