He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

miércoles, 26 de agosto de 2015

Testigo de ceniza

En la roca que el mar golpea
o en la seca corteza de ese árbol,
en el viento que aúlla contra los cristales,
sobre la huella de la arena o en la tierra más dura,
en el humo que se deshace entre tus manos,
escribe, escribe, como si aún descubrieras las palabras.
Escribe para pieles o piedras,
para blancos caballos, para aquellos ojos
que nunca te miraron y tú jamás miraste.
Escribe sin orgullo, pero tampoco con falsa modestia,
que no fue en vano tu paso por el mundo.
Olvida después tan estúpida frase
y mira el mar, las velas de aquel barco
que viene a rescatarte, su paciente cabecear sobre las olas,
las luces que se reflejan en la espuma.
Y escribe -sobre todo- cuando lo veas hundirse,
cuando desaparezca como el sueño o la bruma, 
cuando ya no exista -sabido es que nunca existió-
escribe y repítelo en voz alta para el sordo mar, para el cielo distante.
Aprende así, testigo de ceniza,
el final implacable de tu ilusa labor,
y entonces, sin dudarlo -que no tiemble tu mano-,
escribe, escribe, escribe, escribe.

Juan Luis Panero [1942-2013]

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